martes, 9 de febrero de 2010

Más de 150 pueblos asturianos han desaparecido en los últimos 15 años

En Asturias hay hoy casi 160 pueblos menos que en 1995. Así se desprende de los datos del Instituto Nacional de Estadística sobre pueblos deshabitados. Con esta cifra, el Principado se sitúa en segundo lugar entre las regiones con más núcleos de población desaparecidos, solo por detrás de Galicia. Y en total, según los datos del INE, en Asturias ya hay 678 pueblos deshabitados.


Los expertos tienen claro que esto es un problema. Jaime Izquierdo, asesor de la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y autor, de entre otras, Asturias, región agropolitana , sobre las relaciones campo-ciudad, es rotundo: "No solo es un problema, si no que además no le hemos encontrado solución". Izquierdo explica que la situación ha ido un poco mejor de lo que se esperaba hace años gracias a los programas de Desarrollo Rural, que ya fijaban como objetivo esta cuestión. "Pero, a pesar de esto, no hemos conseguido encontrar la fórmula que frene el despoblamiento", dice.

DE LA CIUDAD A LA VILLA En este sentido, este experto en desarrollo territorial comenta que hay un primer análisis que hacer sobre esta cuestión, y es el cambio que se ha producido con respecto a los lugares receptores de la gente que se va de las pequeñas aldeas. "Ahora, este primer escalón son las villas de cabecera. Antes, en los 70 y en los 60, la polarización industrial establecía las cuencas y las ciudades siderúrgicas como lugares de recepción", explica. ¿Por qué? Para él hay varias razones, como los servicios, el empleo o la proximidad, pero va más allá y habla de una de difícil solución: la necesidad humana de socialización. "Algo que ya establecía Maslow: la gente necesita encontrarse con alguien, tener amigos o que los críos tengan suficientes colegas para formar un equipo de fútbol en su pueblo. Y estos elementos en aldeas con diez, 12 o 15 personas no se dan y generan la necesidad de irse a lugares mayores. Y es un elemento muy difícil de solventar", manifiesta.

De todas formas, Izquierdo añade que este fenómeno era, en parte, inevitable. Se refiere entonces a cuando, a partir de los años 50, la modificación del modelo de desarrollo a causa de los procesos industriales dio lugar a que las ciudades fueran más atractivas. "Cuando surgen oportunidades otras zonas de la región, la gente se tira a ellas, es un fenómeno muy difícil de solucionar", concluye.

El geógrafo Tomás Cortizo tiene una opinión parecida: "Desde luego, el despoblamiento del medio rural es una situación grave", dice. Cortizo añade, de todas formas, que este despoblamiento hay que verlo desde un punto de vista en el que coexisten dos hechos complementarios: "Por un lado, la población se va a la cabecera de comarca o a las ciudades grandes, pero al mismo tiempo, las aldeas, grandes y pequeñas, en buena proporción están habitadas durante una temporada". Es decir, que desde el punto de vista del territorio, hay una forma nueva de ocupación. "Esta ha pasado de ser permanente, con una actividad agrícola continua, a algo más de temporada", dice.

MAS ABANDONO La parte mala, según Cortizo es que, aunque para el territorio es positivo que la gente lo habite, aunque sea solo de forma temporal, para el campo propiamente dicho, sí es negativo. "Las fincas, los prados, los caminos, estos sí están sufriendo la pérdida de población activa y continua que los cuidaban. Y es que se abandonan tareas que antes los mantenían vivos", explica.

Entre todos los concejos asturianos, el que cuenta con más pueblos abandonados es Mieres. La capital del Caudal tiene casi 130 núcleos de población sin habitar. Su teniente alcalde, Roberto Rodríguez, es consciente de lo que esto supone: "Es un problema grave que se despoblen las localidades, pero también lo es que se pierda población en la ciudad", dice, aunque añade que "es cierto que cada vez se abandona más el campo, se busca tener los servicios más cerca de casa y lo que hay que tratar es de dar a los pueblos una mejora de carreteras, de infraestructuras, de todo, para buscar que se habiten".

De todas formas, él coincide con Cortizo en señalar que "en la actualidad estamos viviendo un fenómeno de utilizar las aldeas o los pueblos como lugares de segunda residencia". Además, Rodríguez señala que el caso concreto de Mieres difiere de los de otras localidades: "Experimentamos el boom de la minería, cuando se crearon núcleos de la nada para dar alojamiento a trabajadores. Ahora esto no pasa, y muchas de estas localidades han ido desapareciendo cuando los jóvenes se iban a vivir más cerca de su trabajo", concluye

No hay comentarios:

Publicar un comentario